HISTORIA DEL PUEBLO AFROCOLOMBIANO - PERSPECTIVA PASTORAL

CAPITULO 10*


EXPERIENCIAS SIGNIFICATIVAS AFRO
EN LA VIDA RELIGIOSA Y EL SACERDOCIO



 

Misioneras de la Madre Laura (1917)

Hermanas Franciscanas Misioneras de Jesús y de María (1957)

Seminario San Buenaventura (1964)

Seminario Afroclaretiano en el Chocó (1978)

Seminario Afrocolombiano - Guapi (1980)

Fraternidad Misionera de María (2003)

Religiosos y Religiosas Afro en Diferentes Congregaciones

Encuentros de Vida Religiosa Afrocolombiana

Vida Sacerdotal Afrodiocesana

 


 

SEMINARIO AFROCOLOMBIANO DE GUAPI (1980)

El Padre Miguel Angel Mejía, visitó varios países del continente africano; en este recorrido conoció la espiritualidad del pueblo negro africano, y se encontró con la historia de los 21 santos mártires de Uganda; entre ellos Carlos Luanga, Kisito Muyanguirre, Nohema Magali y Matía Mulumba.

Al retornar a Colombia, siendo sacerdote secular del Vicariato de Buenaventura, hoy Diócesis, se encontró con Monseñor Gerardo Valencia Cano, quien en su labor pastoral venía trabajando en beneficio del pueblo negro en esta ciudad y el litoral.

El Padre Miguel Angel Mejía le expresó a Monseñor su deseo de trabajar en beneficio del pueblo afroamericano y le propuso crear en el Vicariato el Instituto Matía Mulumba; esta idea fue bien acogida y procedieron a crear el Instituto. Posteriormente partió para Istmina y con el Obispo de este Vicariato chocoano, Monseñor Gustavo Posada Peláez, fundaron el Instituto Carlos Luanga, para trabajar social y espiritualmente por los afrochocoanos.

El 21 de Enero de 1972, en un accidente aéreo perdió la vida Monseñor Gerardo Valencia Cano; y en su lugar fue nombrado Monseñor Heriberto Correa Yépez. El padre Miguel Ángel Mejía continuó liderando estas obras, y como había observado la ferviente Iglesia africana con tantos Obispos, Sacerdotes, Religiosos, Religiosas y Laicos comprometidos, proyectando el despertar de la religiosidad de los africanos; se propuso crear el Seminario Afroamericano.

En 1980 convocó a los primeros jóvenes que expresaban tener vocación sacerdotal. Pensó iniciar en el Vicariato Apostólico de Buenaventura, en el lugar llamado Tortugas, pero no fue posible, entonces partió para la Prefectura de Guapi, donde fue acogido por el Prefecto Apostólico Monseñor José Miguel López, y se procedió a darle apertura el 2 de Febrero de 1981; se inició usando como sede tres casas arrendadas al INCORA.

La formación académica se recibía en la Normal y en el Colegio Integral San José de Guapi-Cauca. La Filosofía en el Seminario Mayor y en la Universidad Santo Tomás y la Teología en la Universidad Javeriana. Filosóficamente el Seminario se fundamentaba en tres elementos principales: la Oración, el estudio, y el trabajo.

El seminario fue muy acogido por la comunidad y los religiosos de la Prefectura, pero debido a malos entendidos el Nuncio Apostólico Monseñor Angelo Acerbi envió como visitador a Monseñor José Luis Serna Alzate. En 1982 Monseñor José Miguel López renunció y la Santa Sede nombró a un nuevo administrador Apostólico, Monseñor Alfonso María Guerrero quien cambió el nombre del Seminario Afrocolombiano por el de Seminario de la Prefectura Apostólica de Guapi.

En diciembre de 1983 envió cartas a los familiares de los seminaristas para que no regresaran al seminario pero Arnulfo Mina, Francisco Rodríguez, y Trífilo Viveros, que ya habían iniciado la Filosofía regresaron a continuar su formación.

En 1985 se presentaron dos opciones para continuar los tres seminaristas en Tumaco con Monseñor Miguel Ángel Lecumberry o con Monseñor Pedro Rubiano Sáenz, Arzobispo de Cali en esa época. Así el grupo continuó en la Fraternidad Sacerdotal y Monseñor Pedro Rubiano Sáenz le asignó al Padre Miguel Ángel Mejía la Parroquia de San Rafael Arcángel en los barrios la Rivera, Chiminangos, Guayacanes y Barranquilla en la ciudad de Cali.

Al grupo se unió el joven mestizo Gabriel Romero, oriundo de Umbitá, Boyacá, y un estudiante de Teología oriundo de Kampala, Uganda, John Mary Sakayima. Al terminar los estudios de Filosofía y Ciencias Religiosas en la Universidad de Santo Tomás en 1989, Monseñor Pedro Rubiano Sáenz les brinda la posibilidad de incardinarse a la Arquidiócesis de Cali, pero también tenían la propuesta de Tumaco y eligen esta última para estar en el Pacífico, menos Gabriel Romero quien se quedó en Cali y se ordenó sacerdote.

En enero de 1989 continúan los estudios teológicos en la Ceja, Antioquia, en el Seminario Nacional de Cristo Sacerdote. En 1990 se retira por dificultades familiares Trífilo Viveros. Arnulfo Mina, Francisco Rodríguez y John Sakayima se ordenaron sacerdotes. El Padre Miguel Ángel Mejía continuó apoyando a los jóvenes Afro en su vocación, entre ellos al padre Primo Feliciano, actual párroco de la Catedral de Buenaventura.

La intuición del Padre Miguel Ángel Mejía y de los jóvenes que participaron de la experiencia del Seminario Afroamericano hayan llegado a la ordenación o no, deja un precedente que se convierte en reto para la iglesia colombiana.

Entre los criterios válidos de esta experiencia se pueden subrayar:

  • La prioridad para las vocaciones Afrocolombianas.
     
  • Apertura para recibir los jóvenes Afro.
     
  • Involucrar religiosas Afro en el Equipo formador, pues desde el inicio de la experiencia el Padre Miguel Ángel invitó a la Hermana Alma de Uganda para apoyar el grupo.
     
  • Ubicación en territorio de mayoría Afro, Buenaventura, Tumaco, con apertura para la formación.

 

FRATERNIDAD MISIONERA DE MARIA (2003)

Actualmente se realiza en la Diócesis de Tumaco, con el apoyo de Monseñor Gustavo Girón Higuita la experiencia de fundación de una Congregación afrocolombiana, con el entusiasmo y entrega de la Hermana Elsa Gutiérrez, Carmelita Misionera. La Hermana Elsa es nativa de Guachal-Río Mira y ha sentido su inspiración en la realidad de la Costa Pacífica y en María, la mujer humilde y pobre que sabe servir y entregarse y que estuvo al lado de los Apóstoles cuando nacía la Iglesia.

La marginación, el analfabetismo, la pérdida de los valores propios, la falta de identidad, la pobreza extrema, el conflicto armado, son entre otros los elementos de la realidad de la Costa Pacífica que llevaron a la Hermana Elsa a solicitar un permiso en su Congregación para dedicarse al sueño de propiciar una nueva Congregación de mujeres entregadas y audaces que acompañen el proceso del pueblo.

Como objetivo se busca rescatar la espiritualidad del pueblo de la Costa Pacífica para así poder apoyar la propia región, no se excluye que posteriormente se pueda tener una proyección a otras regiones, pero la inspiración inicial es " Desde la costa pacífica para la costa pacífica" por la urgencia actual y las amenazas contra la vida del pueblo.

Teniendo en cuenta las dificultades que se presentan al realizar la Pastoral vocacional en la región el nuevo Instituto se propone tener como punto de partida la cultura del pueblo del Pacífico, en su gran mayoría afrocolombiano, donde la identidad se expresa en el ritmo, la alegría, los cantos y un profundo sentido de familia extensa. Generalmente las familias se preocupan por apoyar el estudio de sus hijas e hijos con el objetivo que ellos a su vez respalden económicamente a sus padres y hermanos, cuando consigan un empleo mejor remunerado; esta realidad ha truncado muchas vocaciones pues la joven por el voto de pobreza debe renunciar al manejo de los ingresos que pueda percibir y todos entran al fondo común de la respectiva Congregación, de esta forma es imposible pensar que se pueda apoyar económicamente a la familia.

Para superar esta situación la hermana Elsa se propone trabajar de manera integral la formación espiritual y la capacitación para conformar algunas microempresas de acuerdo a los recursos del medio, puede ser relacionado con la pesca, la agricultura, la minería, una panadería, una tienda comunitaria y las ganancias serán para el mantenimiento del grupo y la designación de un porcentaje para apoyar a las respectivas familias.

Explicando el significado del nombre elegido encontramos que en el concepto de Fraternidad se quiere resaltar uno de los valores más fuertes del pueblo afrocolombiano de la costa pacífica, la capacidad de acogida, la alegría, el compartir, la solidaridad. Misionera por el llamado concreto a trabajar por los más pobres buscando su promoción integral y de María por encontrar en ella la inspiración inicial de la fundación.

Actualmente la Fraternidad Misionera de María cuenta con 13 aspirantes y la construcción de la tercera parte de la casa San José en Chajal, como casa madre, pretenden inaugurarla en diciembre de 2003 con la celebración de la navidad, como el mejor regalo para el pueblo afronariñense e iniciar el proceso de formación en marzo de 2004.
 

RELIGIOSOS Y RELIGIOSAS AFRO EN DIFERENTES CONGREGACIONES

Según la Conferencia de Religiosos de Colombia, CRC, Sección Afrocolombiana y la CLAR son muchas las Congregaciones Religiosas en Colombia que posibilitan el ingreso a jóvenes afrocolombianas vocacionadas, a pesar de que en muchos casos no se ha logrado una reestructuración del proceso de formación que tenga en cuenta las diferencias culturales de las diferentes etnias. Entre las Congregaciones con significativa presencia de religiosas afrocolombianas podemos enumerar: Hermanitas de la Anunciación, Teresitas, Terciarias Capuchinas, Presentación, Salesianas, Lauritas, entre otras.

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Religiosos y religiosas Afro aportan creatividad a las celebraciones litúrgicas
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La multietnicidad y la pluriculturalidad son la nota características de los distintos contextos en los que nos movemos hoy. Paradójicamente en un mundo cada vez más globalizado las particularidades de cada persona de cada grupo y el reconocimiento del otro y la otra como diferente están hoy más que nunca al orden del día.

A esta realidad no escapa la vida religiosa, que antaño fue discriminatoria, las distintas congregaciones han abierto sus puertas para que personas de distintas etnias se unan a sus causas. Este es un gran desafío pero también es la gran posibilidad que tienen las congregaciones e institutos religiosos de seguir viviendo y de responder a la realidad que nos plantea el mundo de hoy. "La vida religiosa es pluriétnica y multicultural o tiende a desaparecer".

Sin lugar a dudas la presencia de los y las afrodescendientes dentro de las Congregaciones e institutos religiosos ha hecho de esta una vida religiosa más realista, capaz de enriquecerse con lo diferente en vez de mirar con sospecha todo lo nuevo y lo distinto. Esta presencia un tanto nueva plantea para los religiosos y religiosas afro-descendientes algunos desafíos:

  • Es necesario trabajar la identidad de los religiosos y religiosas afrodescendientes para que se identifiquen como personas y como miembros de un grupo humano con una historia que buena o mala es la que ha permitido que estemos aquí.
     
  • A nosotros y a nosotras nos toca hacer dialogar la espiritualidad cristiana con la espiritualidad que han ido creando y recreando nuestros antepasados como un elemento valido de resistencia y de sobrevivencia, entendiendo que el Dios de la vida ha estado y está presente en nuestras comunidades cuando esclavizadas, humilladas, marginadas, excluidas han entendido y resistido buscando nuevas alternativas de vida.
     
  • Es deber y compromiso sin tregua de los y las religiosos y religiosas afro-descendientes motivar a la vida religiosa y a la Iglesia para que se comprometa con el proceso de liberación integral que se está gestando en América Latina y el Caribe para los pueblos afro-descendientes, no podemos perder de vista que ante la situación de esclavitud, la pobreza y el etnocidio cometido en todos los tiempos contra el pueblo africano y afro-descendiente a la Iglesia le ha faltado una voz profética y evangélica en contra de los poderes de turnos y mas bien, se ha acostumbrado a convivir con los sistemas y estructuras aún cuando sean injustos.
     
  • La Iglesia ha discriminado a las personas de descendencia africana, fue en muchos de sus frentes esclavistas, condenó a alguna gente por su compromiso con los afrodescendientes y con los indígenas y en muchos momentos justificó los atropellos y el genocidio contra los hombres y las mujeres africanas o su descendencia, esta es una deuda no pagada. Nosotros los afro-descendientes podemos y debemos impulsar a nuestras congregaciones e institutos religiosos para que asuman compromisos directos con la población afro-descendientes en áreas que vayan encaminadas a restaurar todo el daño hecho a lo largo de nuestra presencia en América y el Caribe.

    Desde los principios evangélicos la Iglesia es enviada a continuar la obra salvadora de Jesús quien fue ungido "para traer la buena nueva a los pobres, para anunciar a los cautivos su libertad y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y para proclamar el año de gracias del Señor" Lc. 4, 18. Jesús opta por personas, comunidades y pueblos concretas, esta opción de Jesús puede ser hoy visibilizada mediante un compromiso real de la Iglesia y la vida religiosa en favor de los afro-descendientes para que tengan las mismas oportunidades de todas las otras personas con quienes se comparte esta patria grande, para que el tapiz multiétnico y pluricultural de América y el Caribe sea un aporte a todo los pueblos del mundo como una posibilidad de construcción de unidad en la diversidad y donde es posible llamar al otro hermano, hermana mas allá de las diferencia que hacen particular a cada uno, a cada una.
     
  • Ser hoy religioso, religiosa afro-descendiente es tener la posibilidad de hacer dialogar una Iglesia europensante con una identidad afro-descendiente que se ha ido construyendo en América y el Caribe y que de una u otra forma ha recreado las vivencias espirituales de África y a acogido de manera muy particular toda la doctrina cristiana con el único fin de apostarle a la Vida. Gracias a esta apertura la Vida Religiosa puede ser enriquecida con la participación dentro de las congregaciones e institutos de algunas personas afro-descendientes. No es necesario crear una vida religiosa o una Iglesia para los y las afro-descendientes pero si es necesario abrir, optimizar los espacios que se tienen tanto dentro de la Iglesia como dentro de las Congregaciones e Institutos Religiosos para que estén más en favor del desarrollo integral de los pueblos afrodescendientes de América y el Caribe.

 

ENCUENTROS DE VIDA RELIGIOSA AFROCOLOMBIANA

Recordemos que los Encuentros de Pastoral afrocolombiana habían comenzado en 1991 y a ellos asistían laicos, sacerdotes, seminaristas, religiosos y religiosas. A todos al mismo tiempo nos unía un mismo espíritu, una misma temática, un mismo ideal en la gran novedad de irnos conociendo.

Venidos desde los diversos rincones del país, desde diversas congregaciones, con experiencias distintas pero, con el anhelo de compartir prácticas pastorales para enriquecernos mutuamente. En este compartir se fueron produciendo encuentros espontáneos y en estos espacios se gestó la idea de encontrarnos con dinámica propia para conocernos mejor, saber como se vivía la vocación, las dificultades, las fortalezas que brinda la Vida Consagrada, qué aportes estábamos haciendo y sobre todo revisar y optimizar el compromiso con nuestro pueblo.

Esta idea embrionaria dio pie para ponernos en contacto con algunos agentes de Pastoral de Brasil que ya tenían ciertos recorridos en Encuentros de Obispos y padres negros, tales como Fray David Raimundo Santo, Padre Sabastiao, Padre Antonio Aparecido da Silva, Hermana Sonia Querino, entre otros, todos ellos influyentes en nuestro caminar.

Posteriormente nos dimos a la tarea de escribir a los diversos Institutos de Vida Consagrada, a los Seminarios y Sacerdotes, con el objetivo de identificar a los Agentes de Pastoral Afrocolombianos y Afrocolombianas. Después de haber obtenido una información valiosa con los que respondieron, procedimos a realizar nuestro primer encuentro en el año 1996.

El principal objetivo fue, habilitar un espacio propio y autónomo como religiosos y religiosas, seminaristas, sacerdotes afrocolombianos, para compartir nuestras experiencias de consagrados, reflexionar el compromiso con la causa del pueblo negro de Colombia y de América para aportar al proceso de liberación que vive este continente.

La respuesta fue muy satisfactoria, asistieron 63 religiosos y religiosas vicentinas, franciscanas, lauritas, sacerdotes diocesanos, religiosos franciscanos, del Verbo Divino, Jesuitas africanos, entre otros. Aunque hubo mucha participación, por la respuesta a la convocatoria, el objetivo no se cumplió en su totalidad, puesto que la calidad de los participantes de todas las edades y principalmente la presencia significativa de las y los religiosos mestizos no propició el ambiente para un diálogo más amplio y sincero sobre nuestro ser y quehacer en la vida religiosa sin ser condicionados. En el plano de la experiencia personal el encuentro no fue satisfactorio, pero el plano de la perspectiva pastoral fue todo un éxito. Se expusieron las diversas experiencias en contexto de afroamericanos, se constató que los religiosos están más profundamente comprometidos con el carisma de sus congregaciones y se desempeñan en salud, colegios, cuidado de adultos mayores, y no hay una preocupación concreta para apoyar el proceso del pueblo afrocolombiano. El compromiso, el tiempo y el espacio para estudiar y difundir la Ley 70 y apoyar los Consejos Comunitarios no existe o es casi nulo.

El segundo encuentro se realizó en los Pomos, Medellín, en 1998. Fue emocionante y fructífero por el reencuentro, en el compartir manifestaron la satisfacción por haber logrado socializar por primera vez lo afro en sus Congregaciones, Seminarios, en la práctica de grupos y movimientos, se daba inicio a una nueva participación y sensibilización hacia el mundo del afrocolombiano, desconocido e invisibilizado.

De este encuentro salieron tareas como:

  • La necesidad de realizar un censo para saber el número de religiosos y religiosas afrocolombianas. Para ello se enviaría una carta a las comunidades religiosas. Esta actividad se realizó, hubo poca respuesta, pero se tabuló con las que respondieron. La invitación continúa abierta para los religiosos y religiosas afrocolombianos.
     
  • Que los Institutos de Vida Religiosa, en la medida de lo posible ubiquen a los afrodescendientes religiosos y religiosas en lugares de presencia del pueblo negro para afianzarse en un mayor compromiso con su pueblo pobre.
     
  • Esta experiencia fue articulada, ampliada y enriquecida con los encuentros de vida religiosa continental, realizados en Quito, Ecuador y en Buenaventura, Colombia, dinamizados por la CLAR.

 

VIDA SACERDOTAL AFRODIOCESANA

Hasta en los vientos del sur que mueven las aguas del majestuoso río Atrato se descifraban el grito negro del regocijo. El arrebolo se armó y la calentura explotó: Mi gente, tenemos su cura negro como nosotros. Toda esa alegría salía del ¿Cómo así que no podemos?

El día se veía llegar, el padre Antonio Mena Mena nos venía a visitar. Toda la selva aplaudió, todas las montañas se inclinaron, los espantos se asustaron, el río Atrato corrió pa´ arriba, los pescados saltaban en el agua y los afrodescendientes en seco; Río Sucio se paralizó y su corazón con un latido ancestral a todos entusiasmó.

Pero el gozo no terminó, desde los ochenta el grito se prolongó: Alirio, Evelis y Neil, nuevos curas hijos de la Selva, renovaron el eco del pueblo: Tenemos sus curas negros, re, mi raza.

Esto demuestra que nuestros pueblos afros se identifican con sus sacerdotes y religiosas afros. Pero ¿la estructura de la iglesia permiten su formación, que los afroreligiosos avancemos en el crecimiento por los valores culturales y en la fortaleza de la identidad? ¿o acaso la inculturación no se habrá confundido con la conquista?

Traduciendo sistemas culturales y religiosos de otros lados se la han pasado dijo una señora. Además cuando uno es buen católico tiene que abandonar lo que es y lo que ha sido cuando es negra.

El clero afrodiocesano ha de sentir y exigir la atención real del pueblo negro. Pues la evangelización de Jesús no elimina la cultura, la valora y a ella sirve para promoverla. Hemos de pensar hasta que punto los uniformes, los ritos, usos y costumbres que celebramos y tenemos pertenecen al espíritu de un cristianismo renovado y liberador.

La inculturación es como el retoño de la semilla que sale de la semilla, pero para producir otra semilla con la misma identidad natural. ¿Por qué la evangelización de muchos sectores ahoga los pueblos, si las semillas del verbo están esparcidas en las culturas?

El sacerdote afrodiocesano parece ser uno más del montón estructural, sino ahonda en la búsqueda de sus raíces y se preocupa por renovar su identidad.

Las diócesis han de procurar implementar la pastoral afrocolombiana que opere, y sea planeada con el pueblo y para él.

La vida afrodiocesana se sume en la tranquilidad y la quietud, lujo, lucro y comodidad institucionalizada; cuando un afro conoce y ha visto la humillación de su pueblo y recuerda que hizo nuestro hermano Moisés por su pueblo de Israel; ha de sentir el llamado de los ancestros a la rebelión interior y comenzar un proceso de desaprendizaje para que nuestras comunidades no ahoguen su grito de gozo y libertad.

En nombre de nuestros antepasados hagamos las cosas lo mejor que podamos y no entristezcamos al espíritu de nuestros ancestros.

Los afrocolombianos somos la esperanza de la renovación de la iglesia.

Que el poder que hemos recibido lo utilicemos al servicio de las comunidades y pueblos; quebremos los ladrillos de los rezos y abramos el corazón al llamado del Dios de la vida.

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El sacerdote afrocolombiano debe ser sujeto activo en el proceso actual de su pueblo
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Reflexionemos juntos/as

  1. ¿Qué significa para el pueblo y para la Iglesia Colombiana la presencia de Sacerdotes y Religiosos/as afrocolombianos?
     
  2. ¿Por qué es significativo tener la referencia histórica de las diferentes experiencias de vida sacerdotal y religiosa en que participan hombres y mujeres afrocolombianas?
     
  3. ¿Cómo motivar a la juventud afrocolombiana a las vocaciones de servicio a Dios y al pueblo en la vida sacerdotal y religiosa?

 


[*] Segunda parte. Ir a la primera parte.

 

11. HUELLAS DE AFRICANIA EN COLOMBIA

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