5º Encuentro de Pastoral Afroamericana - Memoria y Conclusiones
 

DOCUMENTO DE TRABAJO

 

 II 

LA EDUCAClON TRADICIONAL AFROAMERICANA
APRENDER A SER EN LA CULTURA

1.EL LIBRO ABIERTO DE LA NATURALEZA.

El medio geográfico que habitan los afroamericanos es el primer condicionante de todo su esquema cultural. Su particularidad ecológica - básicamente trópico húmedo genera un hombre que debe su supervivencia al modo constante como interactúa con su medio, en una relación armónica mediante la cual aprovecha de la naturaleza lo indispensable y se rinde a ésta cuando es menester para conservar la vida.

En estas circunstancias se configura un proceso educativo propio de la cultura (Educación Tradicional), con mecanismos, prácticas y agentes propios, en su interior (endoculturales). Todo el proceso apunta a que el sujeto aprehenda el tipo de relación que su cultura tiene con el medio natural y se haga así un ser cultural.

A. La fuerza de la naturaleza
Habitando en un medio donde la naturaleza se manifiesta en todo su esplendor, es necesario saber adecuarse para que, sin conflicto, puedan existir tanto el hombre como naturaleza toda; hombre y naturaleza cada uno frágil en alguna medida.

El hombre se sabe «vencido» ante el poder de las fuerzas de los elementos: el río torrentoso, el bosque húmedo, la fauna abundante útil y peligrosa-, la lluvia constante, el clima difícil, constituyen no tanto un enemigo e vencer, cuanto fuerzas poderosas que pueden hacerse aliadas.

Surge de allí una cultura que aprende a sobrevivir extrayendo del medio natural lo que le es indispensable para la existencia; pero en la cual no existen los conceptos de EXPLOTAClON ni de EXCEDENTE, no existiendo por lo mismo la ACUMULAClON. Lo cual lleva a una idea peculiar del ahorro: el medio es de tal modo generoso, que no ha sido necesario acumular para vivir.

Tomar lo estrictamente necesario para la existencia (Economía Natural de Subsistencia) produce, por otra parte, una cultura de la austeridad; en donde el esfuerzo del crecimiento puede aparecer superfluo, lo cual lleva a que desde la mentalidad occidental se encuentre allí un limitante evolutivo de estas sociedades, muestra de incapacidad o simplemente pereza.

Los esquemas educativos resultantes tradicionales, endoculturales encuentran en este medio su patrón fundamental. Desde un comienzo el individuo aprende a respetar el medio natural, porque se le infunde respeto por los elementos. La prudencia es indispensable para conservar la vida en un hogar en donde el hombre afroamericano se reconoce pequeño y limitado, aunque lleno de posibilidades para la vida. Aquí es bueno tener en cuenta que al mundo de lo natural se añade y asocia el mundo de las fuerzas sobrenaturales, de esencia misteriosa y de poder superior, cuya energía es necesario captar, valorar, respetar.

En este sentido, el medio natural se hace para el afroamericano la primera «escuela»: Escuela existencial en donde se aprenden los valores de la prudencia, la austeridad y el respeto. Nace también de aquí una profunda actitud religiosa, de naturaleza contemplativa, que deberíamos analizar en una ocasión posterior.

B. La Escuela Natural.
De esta manera, las sociedades afroamericanas son fundamental mente ágrafas, crecen y se desarrollan en ausencia de signos escritos,

convirtiendo a la oralidad en código prilegiado de comunicación y educación. Por ello la parte sustancial de sus procesos educativos no pasa a través de la enseñanza metódica ni reglamentada por encodificaciones verbales sistemáticas; o por lo menos presentan una sistematicidad otra.

Los procesos de socialización del individuo, desde temprana edad, y la transmisión de ideas y concepciones a través de los relatos de la historia - real o mítica- privilegian la transmisión oral. Esta se realiza fundamentalmente en la tertulia familiar o en los encuentros sociales que posibilitan, sobre todo, los ritos funerarios.

En cambio en el proceso de aprendizaje del manejo de los elementos, de las técnicas de laboreo, de las artes de la caza, la pesca, la minería, el aprovechamiento del bosque, la construcción de viviendas, el arte de la navegación, etc., la inducción práctica, con mecanismos de ensayo y error, de imitación y de participación progresiva según la cualificación práctica que se vaya demostrando, es la que guía el proceso.

En ambos casos el medio y las necesidades vitales se imponen, de modo que el individuo, a través de la observación, va dando respuestas cada vez más adecuadas a las urgencias que se le plantean. No existe aquí el manejo de teorías sujetas a verificaciones posteriores. La asimilación temprana garantiza la supervivencia, de allí su carácter primordial.

C. El ser cultural: objetivo último
En conjunto, es la práctica cotidiana la que demuestra la eficacia del proceso educativo tradicional afroamericano. Se educa para subsistir en el medio, para conocer y manejar las fuerzas naturales y sobrenaturales, como una forma de afirmar la vida. De tal manera que el ciclo económico y las dinámicas familiar y social se transmiten sin aparatos formalizados; pero sí a través de agentes y procesos óptimos y eficaces, en tanto el objetivo último de la educación tradicional afroamericana no es formar individuos aislados que respondan a exigencias o patrones externos, de la sociedad dominante. El objetivo último es hacer de cada afroamericano, ante todo, y esta es la clave, un SER CULTURAL. Este objetivo se logra plenamente, demostrando así la eficacia del proceso.

Por supuesto, el contacto con la sociedad dominante, en diferentes momentos del proceso, entrará a permear este «logro educativo», por fuerza de la economía, la política y la ideología de corte liberal occidental, que predomina como producto histórico de las concepciones clásicas. Pero esto no quiere decir que no se logre en el interior de la cultura el objetivo de hacer de los afroamericanos seres culturales, a quienes se les comunica una identidad. Lo que ésto nos demuestra son los profundos grados de alienación y deshumanización que comporta el sistema imperante, que niega la alteridad, la señala, la excluye y la invisibiliza buscando su desaparición.

2. LOS AGENTES CULTURALES DE EDUCACION AFROAMERICANA

Aunque, como ya dijimos, todo el medio natural y el entorno humano tienen su responsabilidad en el proceso educativo de cualquier sociedad, entre los afroamericanos hay que destacar, por su significación e incidencia, aquellos agentes a quienes el carácter de la cultura - asociado a su dinámica socio-económica - les ha asignado el rol más importante en la educación del individuo.

A. La Comunidad.
El carácter eminentemente comunitario de la cultura afroamericana ha sido suficientemente reconocido. Es el punto de partida para todo el proceso de socialización: desde el modo como se define y conforma la familia y la relación de pareja, hasta en la forma como se condicionan las reacciones personales, que se definen desde un referente colectivo y no desde un referente individual.

En los pueblos afroamericanos la comunidad es la configuración humana de la sociedad. Dotada de un rostro familiar, la comunidad (sociedad) tiene una consistencia histórica, en tanto es resultante de numerosas generaciones del pasado que la han hecho posible (recuérdese la escala de autoridad montada sobre los ancestros y los más cercanos a ellos, los ancianos del grupo), y del mismo modo continuará hacia el futuro garantizada por la descendencia (piénsese en el valor de la fertilidad). Este carácter de perenne confiere un valor especial a sus prácticas y valores.

La comunidad aparece conformada fundamentalmente por la parentela extensa y los ramajes que se conforman con otras parentelas, con las cuales se tienen múltiples y fuertes vínculos. Vínculos de los cuales el primero es el conocimiento y relación de los ancestros.

La comunidad aparece delimitada geográficamente, puesto que habitan un mismo lugar, comparte la misma situación económica y laboral Aún en los núcleos urbanos mayores, aparecen de modo distinto sectores configurados y particulares respecto a la sociedad dominante.

Yendo más allá, podemos aventurar de otro lado el concepto MACROCOMUNIDAD para las vastas regiones de concentración de población afroamericana, como es el caso del Chocó en Colombia, por ejemplo. Esto en cuanto el aislamiento geográfico y las características étnicas han creado una cultura que presenta rasgos diferenciales entre una subregíón y otra, pero básicamente homogénea, en un territorio común; con una historia común y troncos familiares comunes, que facilitan el encuentro de las raíces de la identificación. Las pequeñas variaciones en el lenguaje y las relaciones sociales son sólo adaptaciones y giros de una cultura común, para la cual es educado el individuo, como ser cultural afroamericano.

Desde esta concepción, la comunidad tradicionalmente ha asumido la tarea de educar a los individuos, haciéndolos participar desde muy temprano en sus actividades sociales, laborales, simbólicas y recreativas. Es el aprendizaje desde las situaciones mismas, es la escuela natural. Se utiliza la tradición oral como instrumento, para el conocimiento de la historia próxima, los mitos y los valores superiores.

De esta manera, como en casi todas las sociedades tradicionales, en las sociedades-culturas afroamericanas «el niño aún vive el ritmo de los adultos y aprende todo el acervo cultural e histórico de su comunidad al calor de la vida cotidiana, porque es valorado por lo que es y respetado y admirado por lo que puede ser...» (1), mientras que «en la cultura occidental ocurre lo contrario, se crea un submundo para el niño, porque se supone que no comprende la realidad objetiva y en consecuencia se le ofrece una subliteratura, una submúsica, unos subjuguetes, etc; realmente se le expulsa del mundo de los adultos...» (2)

B. La Mujer.
Agente educativo por excelencia en las comunidades afroamericanas, la mujer ha hecho posible la generación, conservación y transmisión de la cultura; al igual que la generación, conservación y transmisión de la vida, y la formación y persistencia de la organización familiar. Su rol de madre y de agente de socialización por excelencia es el que ha permitido que su contacto frecuente - y a veces exclusivo- con el niño sea el medio para la transmisión de la cultura.

En una estructura familiar matrilocalizada y no pocas veces matrilineal, a la mujer le está reservada no solamente su parte en el ciclo económico de subsistencia, por la clara división sexual del trabajo; sino también la responsabilidad doméstica del cuidado, crianza y educación primera de los hijos.

Para asumir a conciencia tal rol, la mujer empieza a ser preparada desde su niñez. El mayor cuidado que se pone en la educación doméstica de la niña yen la transmisión de los valores hace parte de este importante proceso. Desde muy temprana edad, en condición de hermana mayor, la mujer es llamada a asumir responsabilidades familiares. De allí en adelante, como hermana, madre, tía y finalmente abuela, es el eje de la familia. A través de ella pasan las leyendas, los relatos moralizantes, el ejemplo, los valores éticos, las actitudes existenciales y las habilidades manuales del trabajo: el saber total de la cultura contenido en su propia condición de Ser Cultural, resultado de su propio proceso educativo comunitario y familiar, que la hizo plenamente afroamericana y que ahora hará otro tanto con su descendencia.

C. Los ancianos.
Los mayores son la memoria viva del pueblo afroamericano. Gracias a ellos, hombres y mujeres, la historia se conserva lo suficiente como para alimentar con su fuerza e identidad a las nuevas generaciones.

La tradición tiene su lugar privilegiado en la memoria y la sabiduría de los ancianos. Si tenemos en cuenta que las difíciles condiciones de vida en el medio natural sólo permiten una vida relativamente breve, es casi un privilegio poder ingresar al espacio sagrado de la sabiduría y la historia a través de la edad.

La comunidad acude a los ancianos en las situaciones particulares de decisiones importantes; en momentos de duelo o celebración; en acontecimientos religiosos o ligados al ejercicio del poder; o en situaciones de conflicto. Es aquí el pueblo entero el que se beneficia de su tarea iluminadora. Una correcta asimilación preparará al pueblo para afrontar de modo adecuado situaciones similares en el futuro.

Sin embargo, a causa de sus limitaciones físicas, son los niños los primeros beneficiarios de la capacidad educativa del anciano. Su dificultad, a cierta y variable edad por lo general dependiente de los estados crónicos de enfermedad pone los ancianos en contacto permanente con los jóvenes que aún permanecen en el hogar. A través de la oralidad, son ellos los que inician a los niños en el lenguaje yen el conocimiento de la historia del pueblo, de la comunidad. Mediante los relatos serán transmitidos los valores y se explicará el mundo con base en la historia y las leyendas.

Tal proceso socializador es facilitado por el hecho de que en la «casa grande» de la familia extensa el abuelo tiene bajo su tutela a numerosos descendientes. De esta manera complementa la tarea educadora de la mujer o figura materna.

D. El hombre o figura paterna.
No podemos olvidar, a pesar de todo, el rol importante de los hombres-padres de familia en el proceso educativo de los niños.

Aunque son las madres quienes ejercen mayor influencia en el proceso socializador de los pequeños, cada uno de los progenitores asume como propia una etapa determinada para la formación de los hijos.

Corresponde a la mujer la primera, como rol cultural y por el estado de desarrollo que exige primordialmente la presencia materna.

Después de la vuelta de la madre al trabajo del campo, post-parto y lactancia, corresponde al anciano, junto a la hermana mayor, asumir la tarea de cuidar y formar al niño. Cuando éste ya suficientemente crecido debe prepararse para asumir responsabilidades, aprender artes de trabajo y participar más autónomamente en actividades sociales, surge de un modo más pleno la figura del padre como educador en la cultura afroamericana. De modo práctico el padre va insertando al menor en nuevos modos de pensar y actuar, en comportamientos de responsabilidad de su sexo y en la capacidad de asumir compromisos personales.

También en esta etapa la observación, la imitación, la transmisión oral y la práctica cotidiana, son el método básico de aprendizaje. La caracterización y fortaleza de la Imagen paterna será luego una de las claves del desenvolvimiento adecuado del individuo en la sociedad. Si es hombre tendrá como inspiración básica la figura paterna, y si es mujer verá en dicha figura al agente de control de comportamientos sociales.

En el caso de los varones, son particularmente importantes - para la transmisión oral por parte del padre - las relaciones sociales amplias y en particular las actitudes que la comunidad estructura como rol masculino.

Hay que constatar, finalmente, en cuanto al papel educativo del padre afroamericano, que esta condición la asume con mayor claridad el hombre campesino, mientras que en los núcleos urbanos la figura paterna tiene mayores problemas para su configuración.

3. A MANERA DE CONCLUSIONES.

Las educación tradicional afroamericana es un proceso eficaz, basado en la oralidad, la aprehensión del medio natural y sus fuerzas reveladas u ocultas, los mecanismos de Imitación y de aguda observación. En general, está asociada a los procesos de socialización de los individuos en tanto miembros de la comunidad.

La cultura afroamericana, de alguna manera, ha determinado roles diferenciados por sexo y edad pera la participación de la familia y la comunidad en los procesos educativos de los menores.

Igualmente, los mecanismos tradicionales de educación afroamericana persiguen como fin primordial la enseñanza de la cultura en todos sus componentes. El resultado del proceso es que cada miembro de la cultura la aprehenda de tal manera que se identifique con ella, convirtiéndose en un ser cultural afroamericano.

Las condiciones de marginalidad socio-económica-política y la contaminación ideológica de la sociedad dominante, influyen, por supuesto, en el proceso: lo permean, lo invaden y, muchas veces, dan el traste con él, dependiendo del grado de urbanización de las poblaciones. La progresiva asimilación de las comunidades afroamericanas a las sociedades nacionales se ha logrado valiéndose de todos los medios, de parte de los sectores dominantes, que niegan así la alteridad e impiden así la afirmación étnico-cultural del hombre negro de Afroamérica.

 

III. EL SISTEMA EDUCATIVO FORMAL Y LA REALIDAD CULTURAL AFROAMERICANA

 

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