Domingo 5 de Noviembre
PALABRAS DE APERTURA
CELEBRACION INAUGURAL
DIA SIGUIENTE
CELEBRACIÓN INAUGURAL
INTRODUCCIÓN:
La Comisión de Liturgia, haciendo síntesis del camino de reflexión que se ha iniciado sobre la Liturgia Inculturada, desde la Pastoral Afrovenezolana, y concretado en el IV Encuentro Nacional de la Pastoral Afrovenezolana, presenta la Celebración Litúrgica Inaugural del X EPA considerando como elementos esenciales de dicha reflexión:
Lo litúrgico es eminentemente humano, en este sentido, el primer esfuerzo que debemos realizar es aceptar mi humanidad: ¿quién entiendo yo que soy?
Toma en cuenta el lenguaje que poseemos en común a través de la simbología: El fuego, el agua, los colores, la música, los instrumentos.
Así como también se hace memoria de algunos espacios y tiempos sagrados afrovenezolanos:
Celebraciones de San Benito, San Juan, San Pedro, de la Virgen de la Candelaria,
entre otros.
AMBIENTACIÓN:
Motivación inicial:
VENIMOS, VENIMOS
(coro y primera estrofa, dos veces)
Momento del perdón:
GLORIA: en golpe de San Millán
PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA:
HOMILIA:
“DIOS NOS CONGREGA EN EL AMOR”
Homilía de apertura del X Encuentro de Pastoral Afrodescendiente
La frase “Dios nos congrega en el amor” resume bien lo que estamos celebrando en este X EPA centrado en la juventud afrodescendiente que hereda y construye una sociedad incluyente desde su propia realidad.
1. Realidad
En nuestra sociedad coexisten las culturas hegemónicas y las culturas subalternas. Tal coexistencia es desigual aunque se hable de multiculturalidad y pluriculturalidad. La cultura globalizada se impone a las culturas afrodescendientes, indígenas, suburbanas y campesinas. La cultura occidental pretende que las demás culturas sean como ella. Es una cultura de la identidad que desconoce las diferencias. Se basa en el desarrollo científico-tecnológico, en el predominio comunicacional y financiero y en el paso de lo rural a lo urbano. Las culturas hegemónicas tienden a erigirse como culturas únicas desconociendo e irrespetando a las culturas diferentes. Las culturas subalternas tienden a imitar miméticamente a las culturas hegemónicas dejándose hipnotizar por sus bienes civilizatorios poniendo en peligro la conservación de su memoria histórica y su identidad.
2. Iluminación
En esta situación de desigualdad cultural resuena con fuerza la Palabra del Dios que ama a su pueblo liberándolo de la esclavitud egipcia, reconstituyéndolo como sujeto y encaminándolo a la tierra prometida. El texto del Deuteronomio que hemos escuchado contiene la oración shemá, una de las preferidas de la piedad judía. “El Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas”. Se trata de un credo histórico referido al único Dios al que se debe amar exclusivamente. Nos encontramos con la raíz de la teología deuteronómica: un amor divino intenso, exclusivo, apasionado, de hechos concretos. Es un amor dialógico porque es respuesta a un Dios que nos ama primero.
Jesús unifica al máximo los dos mandamientos: No es posible amar a Dios sin amar a los demás. Jesús critica la inautenticidad de un culto desvinculado de la hermandad y la solidaridad. Un exégeta contemporáneo comenta así este texto: “En la visión de Marcos se subraya el caso especial que representa el escriba... Situado en medio de narraciones que trata de los enfrentamientos con interlocutores hostiles [5], la perícopa demuestra cómo uno avergüenza, con su postura sensata, a sus colegas que rechazan a Jesús. Pero sobre todo sus palabras de crítica del culto adquieren perfiles especiales en el macrotexto del Evangelio. No sólo se pronuncian en el lugar del templo, sino después que Jesús lo ha purificado de comerciantes y cambistas. Colocando la perícopa al final de las conversaciones o diálogos el evangelista acentúa el significado positivo del amor de Dios y del prójimo como quintaesencia de la instrucción ética. Quien ama a Dios con todas sus fuerzas y al prójimo como a sí mismo se encuentra cerca del reino de Dios, que comienza a convertirse en realidad en Jesús. Ese tal no necesita ya de los sacrificios y holocaustos como camino para llegar a Dios, sino que tiene que preguntarse quién es este Jesús. En la perícopa que viene a continuación se trata esta pregunta de manera sumamente adecuada” [6].
El papa Benedicto XVI se ha referido a estos textos en su Encíclica “Dios es amor”: “La fe cristiana, poniendo el amor en el centro, ha asumido lo que era el núcleo de la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y amplitud. En efecto el israelita creyente reza cada día con las Palabras del libro del Deuteronomio que, como bien sabe, compendian el núcleo de su existencia…Jesús, haciendo de ambos un único precepto, ha unido este mandamiento del amor a Dios con el del amor al prójimo, contenido en el libro del Levítico. Y, puesto que es Dios quien nos ha amado primero (1 Jn 4,10), ahora el amor no es sólo un “mandamiento”, sino la respuesta al don el amor, con el cual viene a nuestro encuentro.” [7]. Según la carta a los Hebreos, el verdadero sacerdote no es aquel que ofrece holocaustos y sacrificio sino aquel que se ofrece a sí mismo. Jesucristo es el verdadero sacerdote porque se ofreció a sí mismo para siempre en la cruz. El amor mayor será siempre dar la vida por los amigos como lo hizo Jesús en su vida y en su muerte.
El núcleo del Evangelio es el amor fraterno: “ámense unos a otros como yo los he amado. En esto reconocerán todos que son discípulos míos” (Jn 13,35). “No se dejen llamar Maestros... padres... jefes... Todos uds. son hermanos”(Mt 23, 8ss). Algún autor ha llamado a la parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro la parábola del séptimo hermano (Lc 16,19). Hace falta que el mendigo se siente a la mesa con los otros seis hermanos a disfrutar del banquete de la vida. Debemos lavarnos los pies unos a otros como Él hizo en la ultima cena en vez de dominarnos como los jefes de las naciones (Jn 20,24ss). Esta hermandad se vive en primer lugar en el grupo pequeño, la comunidad, el movimiento pero trasciende todas esas instancias hasta abarcar toda la sociedad y todas las culturas. Debemos construir una sociedad justa y fraterna donde nadie sea más que nadie y donde nadie sea menos que nadie. San Francisco de Asís decía que no sólo tenemos que ser hermanos sino hermanos menores. El hermano menor no domina porque no tiene a quien dominar. Antes bien es dominado por los hermanos mayores que le ordenan y mandan. En la sociedad medieval, los menores eran también los débiles de la sociedad feudal (siervos, campesinos, artesanos). Ser menores es ser humildes y solidarios.
Los cristianos creemos en un Dios que es comunidad de amor, un Dios trinitario. Dios, en su esencia más íntima no es soledad sino familia[8]. Dios es comunidad. Las tres personas están totalmente unidas siendo diferentes. La comunidad trinitaria es el modelo de toda comunidad. La comunidad cristiana debe conjugar la unidad y la diversidad[9]. El Padre es el que ama, el Hijo el amado y el Espíritu es el amor. San Agustín gustaba decir que el Espíritu Santo es el beso de amor entre el Padre y el Hijo. Donde hay amor no puede haber dominación ni subordinación.
3. Tareas
“Uno de los episodios más tristes de la historia latinoamericana y del Caribe fue el traslado forzoso, como esclavos, de un enorme número de africanos. En la trata de los negros participaron entidades gubernamentales y particulares de casi todos los países de la Europa Atlántica y de las Américas. El inhumano tráfico esclavista, la falta de respeto a la vida, a la identidad personal y familiar y a las etnias son un baldón escandaloso para la historia de la humanidad”[10]. La Iglesia no protegió igualmente a indígenas y negros. Por ese holocausto desconocido en el que participaron muchos bautizados ha pedido y debe seguir pidiendo perdón [11]. La cultura afroamericana posee valores cristianos: “nos seguimos encontrando con las huellas vivas de una cultura de siglos, en cuyo núcleo está presente el Evangelio”[12]. El Concilio Plenario de Venezuela ha reconocido la falta de inculturación en el mundo negro[13] y la necesidad de que los evangelizadores entremos en esa cultura para anunciar el Evangelio adecuadamente. A nivel litúrgico, por ejemplo, se nos propone “iniciar y apoyar experiencias que incorporen al culto elementos de la cultura y religiosidad populares venezolanas: música,cantos, danzas y otras manifestaciones” [14]. El colorido es una de esas manifestaciones.
El Concilio Plenario nos ha desafiado a trabajar por el reconocimiento de las culturas y el sincero diálogo intercultural: ”La coexistencia desigual de las culturas nacionales y el influjo de la cultura globalizada plantean a los cristianos y a la comunidad eclesial, el desafío de trabajar por el reconocimiento efectivo de la igualdad de las culturas y el diálogo franco y sincero entre ellas, a fin de construir una comunidad nacional abierta a la integración latinoamericana y mundial, en justicia, solidaridad y paz.”[15].
4. La Eucaristía
La Eucaristía es celebración de la resurrección que es triunfo de Jesús sobre la injusticia, sobre la muerte y sobre el pecado, raíz de todas las esclavitudes. Ella es comida comunitaria que actualiza la muerte de Jesús. Jesús se ofrece de nuevo al Padre y nosotros nos ofrecemos con él por la salvación de la humanidad. En esta eucaristía inaugural expresamos lo que viviremos estos días: reunidos alrededor de Jesús que nos habla, nos alimenta y nos envía a proseguir su obra y su palabra, para construir un mundo de hermanos diferentes y unidos desde los valores de nuestra cultura caracterizada por la expresividad corporal, el arraigo familiar y el sentido de Dios como aliento vital[16].
Que en estos días sintamos el paso del Señor que nos has traído hasta aquí a estar con El, a sentir la fuerza de la unión y nos envía a dar vida a nuestros pueblos. Que así sea.
+Jesús Alfonso Guerrero Contreras
Vicario Apostólico del Caroní
Presidente de la Comisión Episcopal
de Misiones, Indígenas y Afroamericanos
ORACIÓN DE LOS FIELES (libres)
OFRENDA.
Salida en Procesión con los santos, cada uno con su golpe.
[5] Cf. 12,35.38
[6] Joachim Gnilka, El Evangelio según San Marcos, t. II, Sígueme p. 196.
[7] Dios es amor, 1.
[8] Juan Pablo II.
[9] CPV, La comunión de vida de la Iglesia en Venezuela, 33.
[10] SD 20.
[11] SD 20 y CPV, Evangelización de la cultura en Venezuela, 8.
[12] SD 20.
[13] Proclamación Profética, 35.
[14] CPV, Celebración de los misterios de la fe, 151.
[15] CPV, La evangelización de la cultura en Venezuela, 81.
[16] CPV, Evangelización de la cultura en Venezuela, 17.